Cuando el río no es de todos
Los mismos años que los furtivos tienen campo libre para hacer de las suyas.
Con esto quiero decir que antes pateaba el río para divertirme y llevar alguna que otra trucha de buena talla para la cena.
Desde que lo pusieron sin muerte, no lo he vuelto a pisar. No estoy "vacunado" para tirar una trucha de, por ejemplo, un kilo.
Para que esto no pase, me tengo que aguantar, y dejar que sean otros los que se lleven todo aquello que nada, dando o no la talla mínima (que no existe cuando es sin muerte).
Como es poco todavía que se las lleven, tengo que aguantar cómo se jactan de haber cogido (y llevado), un número determinado de truchas (que la mayoría de las veces supera con creces el máximo permitido en aguas libres), y encima, te lo restriegan por la cara.
¡Hay que joderse! O lo abrimos para todos, o lo cerramos para todos. El que quiera tirar las truchas, que las tire. Yo personalmente tiro muchas y de buena talla, pero porque quiero, y no porque me lo impongan.
El que quiera sacar y soltar, que vaya a escenarios deportivos y que no dejen de tocar las pelotas a los pescadores de toda la vida.
Pero no, acabarán con los pescadores de siempre. Con los rivereños. Con los del cebo natural. Con los de caña clásica y barata.
¡Tanto cuidarlos ríos, y cada vez hay menos truchas! Se lo han puesto "a huevo" a los furtivos.
Con esta política de gestión, no es extraño que acaben cerrándose todas las tiendas de artículos deportivos, como es el caso de Aguilar de Campóo donde, de cuatro tiendas, no ha quedado ninguna.
Menos mal que todavía nos queda la fotografía y la memoria para poder contarles a nuestros nietos (cuando lleguen), cómo eran los ríos antes de dejar gestionarlos a quien no ha visto un río en su vida.
Las normas hay que hacerlas "a pie de río", y hablando con los pescadores, pescadores. Los de toda la vida.
Brrrrrr. Si es que me caliento...........